¿Para qué he soñado siempre con conocer cada recóndito rincón de esta lengua nuestra si el tenerte delante deja vacías las palabras? El surco de la vida toma forma con los años, como el sabor de los buenos vinos. Hasta que te conocí nada había en el sendero de mi alma, pero ahora ya tengo algo por lo que vivir, luchar y morir. Y si, a pesar de ello, sigo sin convencerte para que pases la eternidad conmigo, no te preocupes. Bajaría al mismo infierno o subiría al mismo cielo para decirte lo mucho que mi corazón se aferra a ti como la única posibilidad de salvación para la felicidad, la esperanza y la ilusión.
¿Cómo? ¿Qué no me has entendido? Muy bien, voy a intentarlo de nuevo: te amo.
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